¿Que hay después de la Muerte?
03/04/2015 11 comentarios
Desde hace días, han venido a mí, muchos mensajes que tienen que ver con la muerte, desde recuerdos hasta canciones, artículos, películas que van tocando el tema y que me pregunto: ¿estarán diciéndome algo a mí? O será que ¿debo dejar salir aquello que traigo encima sobre el asunto? Sea una u otra cosa, me he quedado pensando en estos últimos 30 días sobre lo que ha significado el luto en mi vida, hace justo un mes de mi última y dolorosa pérdida, más no ha sido la única y hoy mi mente vuelve al asunto de la muerte con motivo de este Viernes Santo.
Muerte, pero vida, Vida, pero muerte. Que es la muerte, sino también una etapa de la vida, un hito en la vida universal, no quizás como la conozco, pero sí como la vida eterna, que sigue y sigue. Cuando mi pequeño se fue, no podía dejar de pensarlo con dolor, e imaginaba como el futuro sería sin él, más vino a mí un sueño:
Lo veía corriendo por unos valles increíbles, como en los que solía acampar antaño; se acercaba a toda velocidad hacia a mí y podía entender todo lo que me decía: – no estés triste, ¿acaso no siempre estuve contigo? ¿Acaso no siempre fuimos felices y reíste conmigo miles de veces? Pues bien, me fui, pero no para dejarte sino para que sigas dando a amor a quien lo necesita y vaya que hay muchos hermanitos a quienes les hace falta un amo como tú. Lamió mi cara, nos revolcamos, y como si alguien lo llamara salió corriendo nuevamente y se perdió a lo lejos.
Ya no puedo estar triste, porque la vida, sólo es vida, no puede dejar de serlo y eso significa seguir adelante, moverse, sabiendo que en la memoria quedan grabadas todas las experiencias de vida, y estoy seguro que ésta ha sido una maravillosa y llena de enseñanzas.
Tobías, hoy un mes que ya no estás conmigo, pero también un año que se fue tu amigo Lolo, ¿te recuerdas? Vaya que la vida a veces es muy extraña en sus decisiones, hace 367 días estaba con ustedes dos y ahora con ninguno. Sin embargo, las 205 semanas que estuvimos juntos fueron un precioso regalo que Dios me dio. No puedo imaginar este viaje sin ti y lo que aprendí, pequeño peludo.
Desde el día de tu muerte caminé por toda la colonia y no hay lugar que no me traiga a la mente situaciones y anécdotas contigo, a donde iba te hacía presente con recuerdos, pues hasta la fila de los bancos e ir a misa los domingos era parte de nuestra rutina. Una mañana decidí salir a pasear con tus cenizas, a donde a ti también te gustaba ir y en uno de los tantos parques en donde jugábamos me senté en una banca, deje tus cenizas a mi lado y escuchaba en mi teléfono diferentes tributos y experiencias de otras personas y hubo uno en particular que llamo mi atención: el del Senador George Graham Vest (1830-1904), quien dijo este mensaje ante un jurado cuando demandaba a un hombre por la pérdida de su amigo peludo.
“El único amigo absolutamente desinteresado que el hombre puede tener en este mundo egoísta, el que nunca lo abandona, el que nunca demostra desagradecimiento o traición es su perro. El perro de un hombre está a su lado en la prosperidad y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Dormirá en el frío suelo, donde los vientos invernales soplan y la nieve cae con fiereza, sólo por estar a lado de su amo. Él va a besar la mano que no tiene comida para ofrecer. Él lamerá las heridas y llagas que vienen en los encuentros con la rudeza del mundo. Él guarda el sueño de su mendigo amo como si fuera un príncipe. Cuando todos los demás amigos lo abandonan, él permanece. Cuando la riqueza toma alas, y la reputación cae a pedazos, él es tan constante en su amor como el sol en su viaje a través de los cielos”.
En verdad amigo, que Dios me bendijo con tu compañía; deje caer algunas lágrimas, después escuché la canción de Tercer Cielo “Yo te extrañare”, y mi expresión se volvió un llanto interno, pero seguí mi camino, viendo como otros perros jugaban y sus dueños los premiaban. Quería salir corriendo a comprar un nuevo compañero, pero volvía escuchar la voz en mi mente, de que no era el mejor momento.
Me preguntaba ¿cómo debía superar tu muerte que tanto me acongojaba? , pues incluso hice un viaje de varios días, lejos de casa para pensar en trabajo y estar siempre acompañado, definitivamente fue una ayuda, pero no cerraba el ciclo. Definitivamente me dejé a la gracia de Dios, orando y abandonando en El mis angustias y pesares. Entonces, sólo entonces, llegó a mi esta historia de un doctor y su perro:
Es la historia de un hombre que estaba cercano a la muerte y le expresaba su miedo al doctor que lo atendía
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Dígame doctor, que hay del otro lado.
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No lo sé, respondió tranquilamente el doctor
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¿No lo sabe?, pero usted es católico. ¿Cómo no puede saber qué hay del otro lado?
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El doctor se acercó a la puerta del consultorio contiguo y la abrió, dejando pasar al perro que la rascaba. El perro apareció moviendo la cola y se restregaba junto al doctor, quien era su dueño.
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Volteando a ver al paciente, el doctor dijo – Mi perro nunca antes había entrado en esta habitación llena de aparatos y sonidos. Él no sabía nada de esta habitación, más que el hecho de yo estaba aquí, su amo. Cuando le abrí la puerta, el confiadamente entró sin mayor miedo. Y lo mismo es cierto para nosotros. Yo no sé qué hay al otro lado de la vida, no sé qué hay exactamente después de la muerte, más se una sola cosa. Sé que mi Maestro está ahí, y con eso, es suficiente.
Y también es suficiente para mí. Disfrutaré hasta el último día de mi vida y estaré contento por lo que Dios me ha dado, bendeciré los regalos que me haga llegar y daré gracias por todo lo que no entienda, sabiendo que al final, Jesús, mi Maestro, estará ahí esperándonos y estoy seguro también, que una vez ahí, saldrá un peludo orejón corriendo hacia mí.
Toby, me has dejado tanto; Señor me dejaste aprender tanto a través del él.
Gracias Señor